28.7.17

Me dijeron que le escriba al Norman del pasado. A los Norman del pasado, a los pequeños, a los que la empezaban a sufrir cuando empezaban a despertar.
Fue en el medio de esas charlas de alcoholes, de la existencia de las vidas paralelas y simultáneas, en planos de ahora y ahora y ahora, porque es todo constante el ahora del ahora del pasado de lo escrito y del presente de la lectura y del habla y del pensar qué pibe pelotudo que es este.
La idea es sanar. Desde un lado que no se sabe muy bien cómo ni qué, pero la idea es sanar.
Me dijeron que les escriba a los Norman del pasado para que dejen de tener miedo, para que no los coma la culpa, para que se perdonen y perdonen a todo eso del universo y de la metafísica y de la vida. Que suelte, soltá, perdoná y todas esas frases del marketing emocional. Pero que en algún momento tienen que servir para poder respirar de verdad.
En el momento me pareció hermoso todo esto, de mis yo del pasado, de verme, de abrazarlos, de que cambien sus pasos, de que dejen de estar cansados. Pero pasan las horas y no sé muy bien qué decirles.
Y el perdonarse a uno mismo, el asumirse autodestructivo y perdonarse por tanto dolor generado. Cómo se hace sin que suene trillado.
¿En modo indictativo? ¿Directo? ¿Sin miedos?
Vos no sos culpable.
Yo te lo puedo decir, Norman niño escondido detrás de una puerta. Yo me lo puedo decir a todas las edades y a todas las horas y en todos los cumpleaños. Lo puedo repetir mil veces. Hasta me lo pueden decir gritándome a los ojos, en el medio del llanto más violento y angustiante, me lo pueden repetir, y puede sonar en decenas de bocas, labios, voces y tonos diferentes, pero… ¿cómo hace uno para sentirlo de verdad en carne propia? Acá, en el medio del pecho, del alma, de todo esto, de los días, del calendario.
¡ESO ES SANAR! Me grito en mayúscula, eso sería sanar. ´
Qué fácil es decir ciertas cosas. Tatuarse mundos que después nos cuesta alcanzarlos. ¿Sabés todas las frases que me quiero tatuar? Memento. Momentos. Necesito recordar lo que me hace respirar, si aparezco con marcas en el cuerpo es para que esas frases se me queden impregnadas en la piel, para despertarme y verlas. Dejar de borrar pasado. Dejar de bloquear pasados. Qué fácil es hablar de todo este tema de sanar y de sacarte de encima el peso más importante de tu vida.
Pero qué fácil también es vivir regocijándote en la culpa, qué fácil es vivir llenándote de mochilas, nunca vaciarlas. Qué fácil es acostarse en la mierda, hacer angelitos de nieve en el dolor. Y sufrirla y hacer un show, y montar toda una personalidad en base a las heridas y al llanto y al no poder, y al mutilarse, mirá los latigazos, son propios. Qué fácil es ser un pelotudo.
Qué fácil también es esto, asumirse como un pelotudo.
Y tal vez la cuestión de sanar no sea tan inalcanzable como creemos y no sea un sanar tan lejano.
Y sea entenderse, y respetarse a uno mismo. Crecer, madurar y toda esa gilada que está pasando constantemente aunque te odies porque creés que no está pasando.
Y parar, y decirles a los Norman del pasado que no sientan culpa, pero que tampoco sientan culpa por sentir culpa. Qué sientan lo que sean y lo que sea o que no sientan nada, que entiendan o que no entiendan. No sé. En este preciso momento en un año tal vez me esté diciendo otra cosa y hable de lo equivocado que estaba en este momento a un año del futuro reto. O tal vez no. Y esté profundizando esto, de la duda permanente, del ir y venir constante. De no saber muy bien de nada pero a las horas saber todo y otra vez no saber de nada.
Norman del pasado, no sientas culpa por sentir y pensar y flashear e imaginar y putear. No te puedo decir otra cosa, no te puedo retar, no puedo señalarte nada.
Alguna vez, en algún momento de eso de los planos y las vidas y en este preciso momento, hay un Norman pensando en la falta del abrazo y de la piel.
Como hace un rato.
Como acostarse y preguntarse.
Preguntarle,
Preguntarte, ¿estarás orgullosa de mi?
Y pensar en el tacto, en cuánto tacto hubo.
¿Me sentiste en tu cuerpo?
¿Sentiste mi piel?
¿Sentí tu piel?
¿Y me viste?  ¿Pudiste abrir los ojos y verme?
¿Te vi? ¿Te habré visto?
Y llenar de preguntas el cielo. Y rogar, pedir, exigir una señal. Una respuesta.
Y la respuesta es esta. Son estos abrazos que uno ama ir recibiendo a lo largo de la vida.
¿Alcanzan? Qué importa si alcanzan, no es un tema de alcanzar, de llenar.
Eso les diría a los Norman del pasado, que no es una cuestión de vaciar y de llenar, de estar vacío o de estar lleno. Que es una cuestión que no sé muy bien explicar ( también les diría que tampoco se preocupen si no saben muy bien explicar las cosas). Pero no es una cuestión de buscar y llenar y escapar y vaciar y volver y estallar y calmar y usar miles de veces la y sin una lógica gramatical.
Los abrazaría y les diría eso, que no tiene que ser una cuestión de vaciar y llenar. No sé muy bien qué sería lo opuesto, tal vez esto, el encontrarse, el pensarse, el disfrutarse, el llorarse, el respirar, el abrazar, el contemplar, el romperse la cabeza de lleno contra la pared. El vivir. El sentir que están haciendo algo para que ella se sienta orgullosa de ustedes. El sentir que estoy haciendo algo para que ella se sienta orgullosa de mi.

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