“No va
a parar hasta matarme”, se lo saca del alma, llorando, con la voz temblada,
cansada.
¿Dónde
está el punto para decir “BASTA”?, ¿quién lo tiene que decir?
De qué sirva que ella lo diga, si todos los días el enfermo la quiere matar.
Y es
eso, la quiere matar. No hay vueltas. En estos casos no hay vueltas, ni otra forma
de decirlo. El tipo, el hijo de puta, la quiere matar. Porque él siente que
ella ya no le pertenece. ¿Quién carajo le dijo que ella le “pertenecía”? ¿quién
carajo le dijo que a las personas hay que tratarlas como un objeto a las que
hay que poseer?
La
violencia de palabras y de formas físicas, la violencia constante por creerse
un ser superior cuando sólo es un reverendo hijo de puta. Perdón por la
insistencia, es un enfermo, un hijo de puta. Acá tampoco hay otra forma de
decirlo.
Él es un enfermo
sin amor. Pero no está así, sin amor, por culpa de ella. No, no. Está así, sin amor, porque es un cagón. Y porque tiene una familia más enferma que él, tiene una familia que le llena la cabeza y el alma de mierda, una familia que habla de Dios pero que no tiene límites a la hora de hacerle la vida imposible a cualquier ser humano.
Es un
cagón porque se hace el pija larga, el pija dura. Se hace el hombre, y no sabe
ser hombre. Tampoco sabe ser persona.
¿Qué
puede hacer ella? La quiere volver loca, la quiere matar.
“No va
a parar hasta matarme”, se lo saca del alma y lo asume llorando, con la voz
temblada, cansada.
¿Por qué carajo tiene que llegar al punto de tener que asumirlo?
¿Por qué carajo tiene que llegar al punto de tener que asumirlo?
Momentos y tiempo para llegar a esta conclusión. ¿Quién se hace cargo?, ¿quién
dice “BASTA”?
La
contención no existe, no alcanza, la enfermedad del hijo de puta siempre está
un paso más adelante. Porque nadie lo controla, porque se cree más, se cree que
tiene la pija más larga.
Y
utilizo la palabra PIJA, porque por su pija, por su estúpido orgullo de creerse
más o menos hombre, es un enfermo que no puede ni quiere soltarla, que no quiere
asumir que ya está. Ella lo perdonó una y otra vez, y él siguió haciendo
pelotudeces. Hasta que ella dijo BASTA, y el siguió cagándose en ese basta,
siguió cagándose en ella.
Y no sólo se cagó en ella, se cagó en su hija.
Se caga en su hija. La violencia que emana, la transmite delante de su hija. No
sólo le chupa un huevo la persona que él quiso que sea “su mujer”. También le
chupa un huevo su hija, porque se violenta delante de la nena, ¿cuál es su
nivel de enfermedad para hacer eso?, ¿quién lo llenó de tanta enfermedad?
“No va
a parar hasta matarme”, se lo saca del alma, llorando, con la voz temblada,
cansada. Emocionalmente, ya la está matando. Espiritualmente, ya la está
matando. Ella vive con los nervios desgarrados, no puede relajarse ni un
segundo, no puede estar en paz ni un segundo, que el hijo de mil puta, el
cagón, el pito corto, ya la está
buscando. El acoso es incesante, en cualquier momento, en cualquier lugar. Sus maltratos,
sus insultos, todo el tiempo.
¿Qué
clase de hombre sos si ejercés violencia sobre una mujer? ¿Qué clase de persona
sos si ejercés violencia sobre otra persona?
Ella no
puede estar en paz, no puede. No puede. No puede. No puede. Porque hay un hijo
de puta que no la deja ir, que no asume que hizo las cosas mal y no la deja
ir. Tampoco la contiene el Estado ni la
gente que debe contenerla. El aparato que la tiene que contener está roto, es incompleto,
es insuficiente. Si recurre a un ente “preparado para la contención”, le dicen
que vuelva otro día, que no pueden tomarle las denuncias, que “se arregle con
ese tipo”. Con ese tipo que la hizo ir ahí. Con ese enfermo.
Un hijo
de mil puta, un enfermo que la mata
emocionalmente todos los días, y que no
va a parar hasta lograrlo pro completo, físicamente. El estado, el aparato y las personas que
deben contenerla, también la están matando todos los días.
A ella,
y a todas las mujeres que están muriendo en vida día a día por la enorme
cantidad de enfermos e hijos de puta que no entienden, que no entienden que
tienen la pija muy chiquita, y que “esa hombría”, su hombría, es la cobardía más grande del mundo.