Como que en el medio del tráfico empecé a leer el libro que
me prestaste para entenderte un poco más. Porque no te conozco, porque no nos
conocemos. Entonces quise sentirte cerca para escaparme un ratito de esa
turbulencia que me ahoga.
¿Y cómo hago para que pasen las horas y los días, todo
tiempo muerto entre abrazo y abrazo?
La injusticia acá, en estas palabras, para con el resto de
mi vida, con mi vida básicamente. Hablar de tiempo muerto entre abrazo y abrazo
puede sonar exagerado, pero nunca negué que no lo era. Y dormir de tu lado de
la cama, y querer volver para no hacerlo más, para ponerme del lado de la silla
y los libros y la ropa. Te dejo la mesita de luz, ese es tu lugar, me decís. Y
a mi no me importa tener que apoyar mis miedos y mis dudas y mi vida en una
silla que con cualquier movimiento puede derrumbarse.
No importa tener que desvestirme de todas mis dudas viejas y
quedarme así, desnudo, ante tu abrazo que generan dudas nuevas. Aunque no son
dudas. No sé qué son.
Dudas son otras cosas.
No la urgente necesidad de caer en tu abrazo. Esas no son
dudas. Es realidad.
Me decís que no idealice. Pero no estoy idealizando.
Tu abrazo es terrenal. Y creo que por eso nos abrazamos tan
bien. ¿Acaso no lo ves?, es medio ingenuo hablar de abrazos que se encastran,
que se acoplan, que maridan en un lenguaje que no podemos explicar. Pero es
eso. Esto.
Es ese abrazo en la silla. ¿Te dije que podía estar horas
enteras así? Creo que sí, es que a veces me da miedo decir de más, por temor a
que mi torpe impulso de sonrisa te asuste.
Acá suena una música que puede ser la banda sonora de esa
imagen. No me acuerdo qué sonaba en ese momento, seguro que fueron varios temas porque estuvimos un largo rato
envueltos en ese abrazo. Decime si no fue nuestra imagen más hermosa. Y esta
brutalidad de tener que exagerar, pero vos en el fondo sabés que no exagero. Los
dos nos necesitábamos así en ese momento. Y yo lo necesito ahora, todo el tiempo.
Por eso hablo de los tiempos muertos entre abrazo y abrazo,
y no saber cómo vivir hasta un nuevo reencuentro, un nuevo saludo, un nuevo y
el mismo abrazo. Como el primero, como el que no podemos dejar de darnos en
ningún momento. Estamos imantados, la necesidad del universo de abrazarnos
mientras nos abrazamos.
Todos los abrazos del mundo en nuestro abrazo.
Así de sencillo y de exagerado.
Pero es eso. ¿Entendés esta urgente necesidad de correr
hacia vos y no dejar de abrazarte? Hasta en el medio del baile no podemos
desabrazarnos. Se mueven nuestras piernas, se mueve tu cintura, mis movimientos
espasmódicos e intermitentes, siempre con el abrazo como estandarte.
Fuimos eso, somos esto. Todos los abrazos del mundo en
nuestro abrazo.
Sabés que me gusta exagerar, pero también sabés que recién
no acabo de hacerlo.
Simplemente hermoso.
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