24.4.11

Me voy a leer. O a hacer algo que me distraiga de pensar en vos. Pero no avanzo ni una hoja que ya estamos caminando a la par. Hablándote sin pararte, resumiéndote un día de mil días, de cientos y cientos de días insignificantes de mi vida, ¿cuántos días tienen mi vida?. No, me da miedo contarlos. Y saber que muy pocos, tal vez, tres, tal vez siete, o tal vez treinta, significaron todas mis anécdotas, y todas mis risas más profundas. Tal vez otros cuarenta días significaron mi sonrisa más oculta, el silencio y la complicidad. Y tal vez otros tantos no son anécdotas, sólo días de sonrisas o de llantos o  de tiniebla con aire europeo en una ciudad de Latinoamérica, en un cuarto que se agranda cada vez que yo me agrando. Y las calles también se alargan, mis pasos nunca se agigantan, y todo crece de la misma forma. Y vos tenés mil días que contarme, o yo quiero conocer tus cientos de días, del pasado que te marcaron. Sin darle mucha importancia, el pasado es eso y nada más. Pasado.
No avanzo ni una hoja que ya estoy con vos caminando, tratando de seguir el hilo de dos oraciones seguidas sin pestañar o colgarme mirando a otro lado, sin la necesidad de tus palabras para que me apure, no me pierda. Ya me conocés, mirá, me pierdo, y hasta me resulta gracioso que me conozcas y me pidas que siga la linea, y no me vaya. Y al final, me decís que podés entender todo. Y yo, feliz, por poder ser yo, sin necesidad de no serlo.
Y en un segundo, te estoy viendo a la cara, y me estás preguntando algo, que no sé la respuesta, y creo que vos sabés que yo no sé la respuesta. Pero igual te respondo, ya no me acuerdo que era, pero te hablo, te hablo con cientos de palabras distintas, para ocultarte en cinco, las que no te puedo decir.
No te vayas. Quedate acá.
Y me quiero distraer, quiero dejar de pensarte. Pero la mesa y el frío, y la gente que pasa. Y pasan autos con música fuerte, y por momentos, algo adentro mío se pone a bailar, y baila con algo adentro tuyo. O eso quiero imaginar. Y eso quiero sentir. Pero los dos nos miramos, y  hablamos del fin del mundo. Y uno no quiere hablar, y el otro tampoco. Tenemos miedo, pero nos estamos viendo.
Dos cucharas, y un vaso que cada vez que servís se mueve, y antes que la inercia quiera que te mojes, pongo mi mano, y yo sé por dentro que decís “por fín”.
No te vayas.
Me doy vuelta, sigo leyendo las lineas del libro, pero me estoy dando cuenta que te quiero leer a vos. Sonrío, estúpidamente sonrío, y me odio. Retomo la lectura, hasta que de la nada, decido apagar la luz, para respirar y nada más. Y escucho muchas voces de otros lados, y hay algo que me lastima el pecho, el cuerpo, y son distintas voces, sombras de voces que aparecen, hasta que me doy cuenta que me quede dormido, me duele la mano de mantener un libro en la misma posición. Y creo, creo que soñé con vos.
Y acá estoy, después de mil intentos, todavía no pude avanzar de hoja, y estás vos. Mirándome. Preguntándome. Y yo solo te digo lo que oigo de mi pecho. Mis labios se acercan a vos. Y vos a los mios. No sé cuáles avanzan primero.
Y tal vez, quiero avanzar de hoja, quiero terminar el libro y empezar una nuevo, y leerte cada linea, de fragmentos chiquititos. Palabras difíciles que tengamos que buscar en el diccionario. O pelotudeces así, no sé.
Me fui a leer, pero nunca pude dejar de pensar en vos. Y no es lindo en cierto aspecto. Vos no estás acá. No puedo decirte las palabras que no me salen, no te vayas, quedate acá, no puedo decirte nada, más que todo esto.
Voy a dormir, creyendo que, dormís a la misma hora que yo, del otro lado de la almohada, con los ojos mirándome. Me voy a dormir, deseando que estés acá, y se acabe el mundo, y no haya mañana, o que no se acabe nada, pero que te pueda decir, en medio de las sábanas, no te vayas, quedate acá.

23.4.11

Y un beso sin nombre
Con labios que no son labios,
Sino almas que juran ser dos,
A veces se vuelven mil.
Y a veces
Somos todo el mundo besándose.

Ya no importa desterrarse
De un nombre,
Olvidarse de una forma,
No recordar el rostro.

Hay que construir, y no morir.

Un beso sin dioses,
De labios que se mezclan
Hasta volverse uno,
Y mil a la vez.
Y a veces
Somos todo el mundo besándose.

Percibir este sueño despierto de ensueño
De un par de veces ajenos que se vuelven tan míos
Como de todas las personas que habitan alrededor.
O acá no más, en este instante, en este momento.

Sonríen diez bocas de formas distintas,
Y somos todos iguales que reímos
De diferentes maneras,
Cada pelo especial que cae sobre la mejilla,
Cada pelo que el viento y la inercia matan
En el suelo, debajo de algún pie que lo pisa.

Somos dos seres besándose,
A veces somos mil.
Y otras veces somos todo el mundo amándose.