29.5.13

“No va a parar hasta matarme”, se lo saca del alma, llorando, con la voz temblada, cansada.

¿Dónde está el punto para decir “BASTA”?, ¿quién lo tiene que decir?
De qué sirva que ella lo diga, si todos los días el enfermo la quiere matar.
Y es eso, la quiere matar. No hay vueltas. En estos casos no hay vueltas, ni otra forma de decirlo. El tipo, el hijo de puta, la quiere matar. Porque él siente que ella ya no le pertenece. ¿Quién carajo le dijo que ella le “pertenecía”? ¿quién carajo le dijo que a las personas hay que tratarlas como un objeto a las que hay que poseer?
La violencia de palabras y de formas físicas, la violencia constante por creerse un ser superior cuando sólo es un reverendo hijo de puta. Perdón por la insistencia, es un enfermo, un hijo de puta. Acá tampoco hay otra forma de decirlo.
Él es un enfermo sin amor. Pero no está así, sin amor, por culpa de ella. No, no. Está así, sin amor, porque es un cagón. Y porque tiene una familia más enferma que él, tiene una familia que le llena la cabeza y el alma de mierda, una familia que habla de Dios pero que no tiene límites a la hora de hacerle la vida imposible a cualquier ser humano.
Es un cagón porque se hace el pija larga, el pija dura. Se hace el hombre, y no sabe ser hombre. Tampoco sabe ser persona.
¿Qué puede hacer ella? La quiere volver loca, la quiere matar.

“No va a parar hasta matarme”, se lo saca del alma y lo asume llorando, con la voz temblada, cansada. 
¿Por qué carajo tiene que llegar al punto de tener que asumirlo?
Momentos y tiempo para llegar a esta conclusión. ¿Quién se hace cargo?, ¿quién dice “BASTA”?
La contención no existe, no alcanza, la enfermedad del hijo de puta siempre está un paso más adelante. Porque nadie lo controla, porque se cree más, se cree que tiene la pija más larga.
Y utilizo la palabra PIJA, porque por su pija, por su estúpido orgullo de creerse más o menos hombre, es un enfermo que no puede ni quiere soltarla, que no quiere asumir que ya está. Ella lo perdonó una y otra vez, y él siguió haciendo pelotudeces. Hasta que ella dijo BASTA, y el siguió cagándose en ese basta, siguió cagándose en ella.
 Y no sólo se cagó en ella, se cagó en su hija. Se caga en su hija. La violencia que emana, la transmite delante de su hija. No sólo le chupa un huevo la persona que él quiso que sea “su mujer”. También le chupa un huevo su hija, porque se violenta delante de la nena, ¿cuál es su nivel de enfermedad para hacer eso?, ¿quién lo llenó de tanta enfermedad?

“No va a parar hasta matarme”, se lo saca del alma, llorando, con la voz temblada, cansada. Emocionalmente, ya la está matando. Espiritualmente, ya la está matando. Ella vive con los nervios desgarrados, no puede relajarse ni un segundo, no puede estar en paz ni un segundo, que el hijo de mil puta, el cagón, el pito corto,  ya la está buscando. El acoso es incesante, en cualquier momento, en cualquier lugar. Sus maltratos, sus insultos, todo el tiempo.
¿Qué clase de hombre sos si ejercés violencia sobre una mujer? ¿Qué clase de persona sos si ejercés violencia sobre otra persona?
Ella no puede estar en paz, no puede. No puede. No puede. No puede. Porque hay un hijo de puta que no la deja ir, que no asume que hizo las cosas mal y no la deja ir.  Tampoco la contiene el Estado ni la gente que debe contenerla. El aparato que la tiene que contener está roto, es incompleto, es insuficiente. Si recurre a un ente “preparado para la contención”, le dicen que vuelva otro día, que no pueden tomarle las denuncias, que “se arregle con ese tipo”. Con ese tipo que la hizo ir ahí. Con ese enfermo.

Un hijo de mil puta, un enfermo que la  mata emocionalmente todos los días, y que no va a parar hasta lograrlo pro completo, físicamente. El estado, el aparato y las personas que deben contenerla, también la están matando todos los días.


A ella, y a todas las mujeres que están muriendo en vida día a día por la enorme cantidad de enfermos e hijos de puta que no entienden, que no entienden que tienen la pija muy chiquita, y que “esa hombría”, su hombría, es la cobardía más grande del mundo.