15.9.12

sarasa


No es lindo. La puta madre no es lindo. Cómo va a ser lindo el dolor. Cómo va a ser lindo el producto del dolor. Me duele. Me desangro. Te digo que tengo ganas de llorar, que no puedo más, y me decís que es lindo. La concha de los sin concha. No es lindo nada. No es lindo esto. Estamos muriendo, desangrándonos  por desamor. Por vacio. Estamos vacíos.
Me felicitas. Te muestro unas palabras y me decís que son lindas, me felicitas. ¿lo estás diciendo en serio? No tiene metalenguaje esto, no tiene palabras ocultas. Son simples. Necesito. No te estoy diciendo que me lleves a recorrer el mundo entero. Te estoy diciendo que estoy enfermo. Y vos me felicitás.
A ver si entendés. Está bien, no me vengas a salvar, todo bien. No caigamos en esa caca mental de tener que salvarnos el uno al otro. Pero, por lo menos, antes de felicitar, de decir “qué lindo”. Sentí un segundo. Sentí dos segundos. Sentí y cállate. Sentí y vení a salvarme. No, ya dije que no. No hace falta que vengas. PERO CALLATE Y SENTÍ. Y sentite a vos. Y sentí para ver si estás a salvo. ¿Estás a salvo? ¿lo estás? Si es así, entonces sí, vení, y decime desde una tarimita que son lindas las palabras. Pero no entendés que yo no quiero que me digas eso.
Yo quiero sentir y quiero que sientas. Yo quiero que te salves. Que te cures, que no desangres. Que el miedo no te paralice. Quiero que sientas un segundo, que te llegue. Y si te llegan las palabras, buenísimo, digerilas, amalas, difrutalas, pero no me digas que es lindo cuando me estoy muriendo.  No me digas que te gusta, si me estoy ahogando.
Cállate. Un segundo. Sentí.  

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