Hemos encontrado la mejor forma de decir adiós. Mirarnos
a la cara, con los ojos cerrados. Con las manos agarradas, apretadas. En el
borde del abismo. A un instante de tirarnos. Sin ganas, sin eufemismos. Acabamos
de terminar de asumir que esta idea de seguridad no es menos burda que
cualquier mecanismo de autodefensa que ponemos ante el mundo exterior entre lunes
y lunes. La idea de seguridad que nos crea comodidad, lugar donde descansar.
Para apagar. Para volver a nacer. Empezamos a asumir que todo el tiempo estamos
muriendo, despertando. En cualquier lado, en cualquier gesto. Todo al mismo
tiempo. El dolor y el alivio que nos costó entender que este no es el súmmum
del mundo ideal. Ni vos conmigo, ni yo con vos. Ni vos con vos, ni yo conmigo,
ni el mundo con o sin nosotros dos.
Por un instante, ese que nos separa de la tierra firme que
empieza a desestabilizarse, porque nos estamos alejando, y de la nada absoluta y
del todo absoluto, callamos. Nos entendemos. Logramos llegar al suspiro exacto
en el que nos entendemos. Abrimos los ojos. Nos miramos. A vos, a mi, a cada
uno de nosotros. Y empezamos a hablar en silencio. A decirnos. A darnos
cuenta, que ya es hora, que esta es la
mejor forma de decir adiós. Hasta acá llegué. Hasta acá llegaste. Esto fue
todo. Eso fue todo. No sirve disipar el endeble bienestar de nuestros brazos
con futuras palabras inventadas que seguirán intentando ocultar.
Hemos encontrado la mejor forma de acabar de una vez,
definitivamente, con estos años, meses, lapsus cortos y profundos de
incalculable amor infinito. Horas que se volvieron días, y días que se
volvieron mundos. Es momento de decir basta, para que no haya necesidad de
imponer falsos testimonios, dónde, cuándo, con quién y por qué.
Volvamos a lo de seguridad. En este momento, o siempre,
fue y es un mito. Un mito que intentamos creernos, que intenté creerme. Que
intenté construirme con raíces dañadas, incoloras. Basta de aventuras sin
gracia, de mensajes y palabras llenas de amor arrastrado. Ni siquiera regalado.
Si no nos sale, si no te sale, si no me
sale, para qué seguir cayendo en la desgraciada imagen de tomarnos colectivos
sin asientos para dos. Es hora de enfrentar, afrontar, sin llamadas de madrugada, innecesarios
estados de alerta. Intrusos que caen en la volteada, lobos que creíamos
intrusos, lobos que no son más ni menos que yo, ni que vos. Lobos que no nos
construyen a nosotros dos. Es hora de dejar y de empezar a cuestionarnos, a
repreguntarnos, a quedarnos callados y a pelear nuestros silencios, en calma,
con violencia.
Este es el instante, como lo fue ayer, como lo será pasado
mañana, como lo tiene que ser siempre, de desconfiar de y confiar en la
urgencia de los besos, la urgencia de las palabras, la urgencia de las
necesidades. El alma que pide, y el cuerpo que obedece, en calma, pura
sincronía con el mundo. Y ahora, más que nunca, como ayer, como pasado mañana,
como siempre, entender que no hay que
restarle importancia a los pasos no gigantes. A los que son pequeños, milimétricos,
de avances y no avances. Con la sonrisa en alto y la tristeza en la mirada, con
los ojos llorando y sonriéndome.
El dolor y el alivio de desterrar la imagen que nos
hicimos tanto tiempo. De vos, de mi. Entidad falsa construida por la profunda
necesidad. Lo peor y lo mejor. Asumir la imagen falsa que me hice de vos, que me hice de mi, que me hice del mundo, que no
es así, y que, especialmente, no era así. Pero al fin y al cabo, es como es, no
como creemos que es. Como creer, de creencias que arruinan sensibilidades. Yo
creo en vos, para qué, si no estoy creyendo en mi. Por eso, basta de decirnos
mil cosas si no nos tenemos fe. Basta d regocijarnos en la idiosincrasia de que
el mundo es una mierda y que no es un lugar para nosotros dos. Y si tenemos que
asumir que no hay lugar, y no hay estación, y no hay clima que destruya y construya la más
cercana lejanía de la empatía, asumámoslo. Basta de creer en judas disfrazados
de películas sin fines de lucro, de salir abrigados, por las dudas, y
transpirar en la sombra, llenos de dudas.
No quiero, no busco, pero hay que aceptar y combatir, la
desesperación de encontrarse con una sola almohada. Y tal vez, después, volver
a cometer los mismos y nuevos errores, para saltar, y saltar, y seguir saltando
hasta llegar a un nuevo abismo.
El ciclo. Otra vez acá.
De frente al abismo. Diciéndonos adiós. Llenos de dudas,
llenos de miedos. Con los ojos cerrados, con los ojos abiertos, con manos que
agarran, que sostienen, que alejan.
vos,
yo,
y el mundo.
siempre,
con el alma en los dedos
de frente al abismo, a la nada, al todo.
Esto lo escribí el día que te pedí por última vez que nos viéramos. que tratáramos de encontrarnos.
ResponderEliminarImaginaba que sería lo primero en entregarte cuando ese día llegara.
Pero la ciudad se hizo océano y sólo nos vemos en palabras y minutos y medio de cuartos de hora.
Iba a decirte que si algo me alegraba de estar cerca tuyo una vez mas, era que no representaba el final de una película de los dos, sino el nudo de dos historias diferentes. significaba el recorrido del camino, las respuestas a nuestras preguntas. el despertar de dos seres humanos que vivieron preguntándose y armando sus propias respuestas. La vigilia denuestros cuestionamientos.
No te busqué para quedarme, sino para encontrarte. Aprenderme distancias o cercanías.
si, te dije que te extraño, porque extraño las respuestas que me brindaba mirarte. Extraño que seas un extraño por conocer.
todo camino puede andar, exactamente, todo puede andar mientras se ande. No existe camino sin preguntas ni preguntas sin respuestas.
Vos no estas seguro de muchas cosas, pero si algo no sabés, es que la respuesta no está en tu cabeza sino en el vivir mismo.
Y si algo me enseñó una canción es que no vale la pena vivir angustiado si al fin y al cabo todo es prestado.
sólo quiero apostar, pongo sobre la mesa emociones por saber las verdades. No me importa si no nos resulta lo mismo, si no quiero verte nunca mas o si no queres verme nunca mas. Porque hubo dinamismo y el corazón seguirá agitándose hasta que otro corazón lo abrace - o no - . Si total, el final ya está anunciado.
Tu blog dice Buscome. ¿Te buscás? ¿ O solo te haces preguntas y respuestas, estructuras sobre estructuras. Una casa sin cañerías.
Tengo el bolsillo empapado, de tantas palabras que nunca te dije
Tengo el cuerpo cansado, de tanto reírme
Y un te quiero gastado, que sabe de entiendos y no de reproches
Pero yo sé, que vos sabes, que me debes una noche.
Uf! esto es inmenso... me encantó.
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