¿Qué vendés? ¿Qué imagen vendés?
¿Cómo sos? ¿Cómo decís que sos?
¿Cómo te conocemos? ¿Cómo te
conocés?
Tener fundamentos para decirte
que sos un estúpido, falso, “careta”. O simplemente tener fundamentos para
dejar de creerte.
Hace seis años que se hablaba de
lo mismo, hace trece y veintidós, también. En tres años, en doce, y en
diecinueve a se va a seguir hablando de lo mismo. Y vos, cada vez que
todo se calle, vas a seguir preguntándotelo.
¿vale la pena buscar la forma de
venderse?
Sos mas inteligente que yo, tenés
más huevos que yo. Venderte, ser tu propio negocio. Mercantilizar tu vida,
vender tu alma, tus dedos, construirte con el único objetivo de venderte. Tu
cuerpo, tu vida, tus palabras. Todo hecho para vender.
¿y tus desnudos? Ya no debés
sentir frío ni calor cuando te quitas la ropa. Porque está todo vendido.
Estás pendiente para que todos
compren tu vida. Pensás que de esa forma llegas.
¿adónde llegás?
Llegar a todos, a la mayor
cantidad de gente posible. Tu ego tan alto, tan pero tan algo, que necesitás
masificar tu pus.
Y hacer de tu vida un producto.
La necesidad de comer, o tu necesidad de cariño, de ser el centro de atención.
De ser alguien en base a los demás. Pasas cada minuto de tu vida intentando
dominar al mundo. Sos pinky y sos cerebro, sos un genio y sos un pelotudo.
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