13.6.12


Eso del encuentro, de los desencuentros. De las risas. De los colectivos que se vuelven fantasmas porque los ves pasar, pero no son, no existen, no llegan más. Hace frío. Sale taxí. No.  Esperar. 1,25 nada más.

Y eso del tiempo, de las ganas. De la falta de amor. De los miedos. Del miedo a vos. El mundo.

O nada de miedos. Valentía.

Asumir que en soledad se puede. Asumir el orgullo de no querer esperar nada.

O asumir la predisposición de querer recibir algo. Algo como amor, pero no tuyo, ni mío.  

Asumir eso de tenerla adentro.

Zig Zag. Tic Tac. Ying Yang.

Ir y venir.

Ayer estaba allá. Hoy me toca acá. Entender, saber los lugares, los momentos, conocer. Aprender para que afecte menos, o que afecte lo que tiene que afectar, no dramatizar, no mentirse. Sonreír. Aceptar. Agradecer. Eso. Agradecer porque siempre lo que llega, viene, recibís, atraés, es lo que necesitás, lo que sos.

Recibís mierda. Das mierda. Te cabe. Sos mierda. Es feo leerlo.

Recibís amor. Das amor. Te cabe. Sos amor. Es cursi leerlo.


Y eso de la garcha del yunque en el pecho. Patada voladora. Te quedás sin aliento. Lo venías venir. Sos consciente. O sos precabido, pelotudo, impaciente, pensás al pedo. Pero pensás. Y pensás todas las posibilidades. Entonces eso, lo veías venir.

Pero igual.

Pecho sin aire.

Silencio y Alteración.

Todo junto.

Movimiento perceptible.

En mudo.

Destrucción.


Todo se cae, ¿qué es todo?.

Se derrumba la planta baja y el techo sin construir. También el intento de subsuelo, la escalera de madera. Olvidarte del ascensor de rejas tijeras, el que no llegaste a instalar. No te preocupes, ya lo vas a vivir. Entrar. Subir. Mirar para arriba, para los costados. No va a hacer falta espiar por los huecos. Subir lento. Mirar. Contemplar. Sonreír. En algún momento.


Ahora también.

Contemplar.

Contemplar, callar. Escuchar. Mirar.

Mirá, el pecho, todavía el yunque sobre él. El aire que corre, muy lento, con esfuerzo, pero corre por todo el cuerpo. ¿Escuchás? No tengas miedo. No te va a pasar nada.

Si hay aire, hay vida. Si hay vida, hay amor. Resabios, restos. O potencialidad pura. Ilusión. Tal vez todo es ilusión. El mundo de la ilusión. O, en realidad, se puede palpar. Tocar. Tocás el amor. Lo tocás. Sos cursi. Sos pelotudo.
Callate.











Espacio en blanco.
Tomarte diez segundos.










Espacio en blanco.






La nada.






Todo.


Vos, el cuerpo, el silencio. El mundo girando. El corazón funcionando. Las piernas cruzadas. Las manos en la espalda, en el cuello, en la cabeza, en los ojos. Las manos suspiran. Hay vida.

El fin del mundo cuando el amor no existe. Llorás como estúpido, llorás como podés, llorás como si el mañana no importara.

Es que mañana no importa.

Pero llorás y te olvidás de sonreír en el silencio, sólo gritos ahogados, desesperados.
Nunca un segundo para esperar, para callar. Nunca un segundo para intentar la vieja y nueva sonrisa. Mucho menos para agradecer.

Nunca el aprendizaje. Y no. Claro. Es más importante hacer que sufrimos. Creer que sufrimos. Mirá como duele. Me cayó un yunque en el pecho. Yo estaba intentando relajarme, vivir. Y cayó. Así, el golpe perfecto. Secó. Y todo mi cuerpo se paró. Y el aire se estancó.

Asumir que es mentira. Asumir que es exageración.

O me callo.
Tal vez es verdad la realidad.

Tu verdad. La que importa. La única que importa es tu realidad. Y sí. Tenés razón. El mundo es una mierda mientras tenés el corazón destruido. 

Y sí. Mejor me callo.





Pero avisá, avisá cuando esté todo podrido, cuando te canses y te aburras de estar muriendo. De sentirte en desamor. Avisá cuando sientas que el cielo te apabulla, avisá para compartir. Nos sentamos, lo vemos juntos. Observamos. Si hablás, te voy a callar. Si hablo, callame, gritame. Miremos. Escuchemos el silencio.





El aire respira.

Habla.

Nos habla.
Nos dice.

No tiene maldad. 

Habla y escucha.
Sí, también escucha.

Fijate como el aire en su más completa tranquilidad te permite gritar. Te permite llorar. Te permite ser vos en instante.


Llorar, morir, desarmar.  

Llorar, vivir, contemplar.

Llorar, gritar, escapar.

Llorar, perdonar, amar.


Tengo un yunque de mierda que cayó en mi plexo solar, acá, en el pecho. Duele. Pero no lo puedo odiar.

No quiero detestarlo. No puedo.

Sólo abro los ojos. Te miro. Me miro

¿Vos me mirás?

Mirá como cuesta esto de moverme, salir de él. Sacarlo de arriba mío. Mirá como me cuesta agarrarlo fuerte, poder sostenerlo, intentar moverlo. Respirar y arrancarlo de mí, lograr tirarlo lejos donde no me duela. Mirá todo lo que me cuesta, que no paro de dar vueltas en el mismo lugar. Estoy igual que al principio. La sombra sigue acá.

Mejor me callo.

Pero quiero seguir mirando.

Mirando como cuesta.

Mirar y asumir que duele.

Asumir que duele, a pesar de que siempre hay algo más.

Y si siempre hay algo más, ¿por qué tanta vuelta en este dolor que nos deja en el mismo lugar?

¿Dejar de creer?

¿Dejar de pensar?

Tal vez.

Tal vez sólo mirar.


Mirar. Contemplar. Callar. Aceptar también la sombra.


Mirar y asumir los colectivos fantasmas, el frío, los encuentros y desencuentros, sin dolor.  Agradecer las risas, el movimiento.

Agradecer. Tal vez así, sólo así, podamos por fín arrancarnos el yunque sin dolor.


2 comentarios:

  1. sos crack titan, espero que ella sepa de lo qe se esta perdiendo jajajjajajajajajaja salta a simple vista que luego de una relacion tan larga y hermosa como la que viviste, debes estar destrozado, por que solo el sufrimiento puede crear algo tan original.
    solo desde el sufrimiento se puede llegar a una redaccion tan lograda, tan bella, tan simple, tan compleja.
    sufieciente.

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