23.6.11

hemos inflingido un constante desamor ante los creídos besos mal dados, regalados en momentos de desnuda honestidad, a veces de palabras inseguras que nos hacen nublar el instante. caemos ante la estúpida costumbre de creernos futuros protagonistas de historias cinematográficas, pero las canciones de destrucción ante las sombras de lo que supieron ser caricias son una costumbre de cada día. desayunamos con la naif sutileza de querer vernos a los ojos, pero ante soleados atardeceres juramos futuros lenguajes que no sabremos si alguna vez podremos cumplir. vivimos constantemente ilusionados con la desilusión de encontrarnos en las mismas almohadas, o en terrazas que dejen ver supuesta estrellas fugases que nos hagan meditar sobre esa cosa de la no eternidad, de la luna sin fines de lucro y de los cuerpos enredados. hemos soñado principios y finales, a pesar de que alguien diga que hay que amar la trama, más que el desenlace. por momentos nos envuelve esa idiosincrasia del miedo a estampar besos sobre las almas, muy pocas veces enfrentamos los labios como símbolos de paz creyéndonos inmortales.
no sabemos qué mirar, no sabemos qué inventar, no sabemos qué hay que respirar, pero nos creemos perfectos individuos de una supuesta cosa bien llevada. ilusos deshonestos en el uso de nuestros cuerpos. ilusos deshonestos el de engañarse y no empezar a sonreír en cada instante. ilusos deshonestos cuando creemos que esos embriagadores besos de paz del hoy, pueden llegar a ser turbulencias mañana. qué importan todas esas cosas, todo lo demás, todo esto, todo aquello. qué importa lo tuyo, lo nuestro, lo mío, si todavía nos olvidamos de vivir, si todavía no nos arriesgamos a desestructurarnos y sentir.

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