24.1.19


Soy el desencanto más horrible para amar, el más difícil. Siempre exagerando, y el egoísmo. El desencanto más difícil para amar. El de las intensidades y el equilibrio y los desequilibrios inminentes. El de todo ahora, ya, en este momento, antes de dormir. Pero de repente despierto envuelto en tu nombre, con las sábanas transpiradas y el alma empapada de vos, y ahí necesito algo más que un cuento de buenas noches que apague el insomnio que no nos deja amar.
Amar como quien dice amar.
Amar como quien repite amar pero sin animarse a hacerlo.
Dejarse a amar. Sacarle toda la carga, sacarle todo lo mitológico, lo telenovelesco, el drama y los prólogos.
Amar, como quien lleno de miedo va, enceguecido, creyendo en el sentimiento y en la realidad de la experiencia de estos besos, de nuestros besos.
Es cansador ver que se la pasan hablando de amor pero no se la terminan jugando. Hablo de jugársela no por una cuestión heroica o de autoayuda o de frases de afiches en la pared. Jugársela porque ya no se puede estar más hundido, ya no hay dignidad para seguir desgarrando. Jugársela para extendernos la mano, para saltar con rabia y con las manos apretadas, para mirarnos, sonreír y llenar de ternura lo devastado. Porque amar es sonreír juntos. Es esto de mirar la sonrisa que nos contagia. Esto de abrazar el abrazo que nos calma. No hay más que eso.
Del otro lado, o enfrente, o en el mismo lugar, está el miedo. Porque siempre va a estar, de todas las formas posibles, el que nos hace avanzar o el que nos hace frenar. El que no nos deja abrirnos, el que nos quita el abrazo que nos puede aplacar el miedo.
Aplacar el miedo, apaciguarlo, enfrentarlo con nuestro abrazo. Quiero enfrentar el miedo siguiendo el caminito que hace tu boca cuando se acerca a la mía. Quiero enfrentar el miedo escuchando tu voz, tus ruiditos, las formas que hace tu cuerpo cuando te reís. Enfrento el miedo cuando me pierdo en esas cartas de letras ilegibles, como cuando nos enredamos y somos adolescentes, apasionadamente adolescentes.
Enfrentar los miedos es querer parar el mundo y todo eso, sentirlo en la piel. Creer que no hay otra cosa. Que este es el climax. Pero sí hay, si hay más, con vos siempre hay más. La utopía que se corre un paso más, vos que en cada gesto me deslumbrás más. Nuestros besos diciendo que siempre hay algo más. O tal vez me lo dicen a mí, y no a vos. Pero nos falta lo de besarnos en cada esquina de la ciudad, una propuesta para engañarte y sacar tu lado competitivo, así me besás en todas las esquinas de esta ciudad de cemento, besos que pueden más que una ciudad inundada de desamor.
Animarse a amar, sin frases hechas, es animarse a perderse, saber que se puede estar todo el tiempo con ganas de llorar pero también con ganas de reír.
Es decirte, dale, boluda, déjame quererte.
Es pensarte antes de dormir. Es pensarte cuando me despierto. Es estar perdiendo la dignidad constantemente porque creo en los poderes mágicos de nuestros besos.
Y yo sé que vos también. Porque me lo dicen tus ojos, porque tu mirada no miente.
Pero también sé que vos también sabes que esos besos tienen espinas, que rompen, que lastiman, que hacen que llamemos y escuchemos el llanto en silencio, queriendo cortar el teléfono pero a la vez buscando palabras para rellenar la distancia.

Amar la construcción, amar el camino y toda esa gilada.

Amar el abrazo que nos calma, tus gestos, tus sonidos, decirte que extraño tu olor, mirarte sonreír. Besarnos con los ojos abiertos, como dos tontos que no entienden lo que está pasando. 
Y amar también es sinceridad, es saber decir o intentar decir o intentar la claridad. Es saber que esto no te lo voy a mostrar porque, aunque diga que amar no es algo grandilocuente ni heroico y que solo alcanza con ver lo que nos producen nuestros besos, estoy cagado de miedo de que vos no sientas el amor en nuestros besos.




16.9.18

si se callase el ruido


“Quién pudo hacerte mal”, pregunta afligido, mirándola a los ojos. Hay mucho brillo acá, brillan los ojos de él, brillan los ojos de ella.

Quién pudo hacerte mal, le acaba de preguntar retóricamente, dolido con el mundo, dolido por el dolor de ella, de alguna forma la siente y se enoja consigo mismo porque no puede encontrar formas de hacer desaparecer los restos de ese dolor.

No es un simple dolor, no es un simple hacer mal. Todo el mundo hizo mal, todo el mundo tiene historias donde lastimó y donde fue lastimado. Casi nadie puede salir indemne de besos desnudos y abrazos largos, porque la rutina, porque los desencuentros, porque el egoísmo. Es difícil eso de esquivar las astillas.

No es un simple dolor lo que lleva en la piel, no son marcas que desaparecen con un par de cremas y exposiciones al sol. Son huellas que duelen en su piel, en los huesos, en sus días, como tener que buscar la salida de emergencia para saber dónde ir cuando tenga el impulso de escapar, y eso puede ser en cualquier momento. De ver dónde están las llaves para tenerlas a mano y salvarse. El dolor que hace que se esconda, se llene de capas y capas de ropa. Que poca gente conozca su ternura, que se maraville por la ternura que ve en el mundo sin maravillarse por la propia. Que no sienta su ternura por temor a quedar expuesta. Él la mira, emocionado, pregunta “quién pudo hacerte mal”. Y ella suspira. Suspira y no entiende por qué le tiembla el cuerpo.

Cuando se apaga la luz, ella mira. No cierra los ojos. Quiere verlo.  Ver esta realidad que la llena de miedo porque se cruzan alertas para que esté atenta, para que vea por dónde puede aparecer el dolor. Pero en su cabeza hay una batalla porque siente que acá no puede haber dolor. Por eso no deja de sonreír. Y él le dice que no va a haber dolor, de esos dolores que después son sombras. Le dice que se va a quedar ahí, con ella, aún cuando la luz se prenda.

Ella le tapa la cara, los ojos, tiene miedo que él la mire. Ese es el dolor que él quiere que superen juntos.  Y hay un brillo recorriendo el lugar. Brillan los ojos, brillan las manos. Entra poca luz por la ventana pero se miran y saben que hay sonrisas. Entra poca luz y sonríen porque saben que ahora el mundo es el reflejo de esas sonrisas.

Y esa pregunta que le hacía doler a él, tiene fecha de vencimiento en el mismo instante que sonríen besándose. Con las luces prendidas o apagadas, con las formas que tienen los cuerpos de reconocerse, manos que recrean futuros en una espalda, dedos que hacen dibujos invencibles en la cintura. Hay algo que es real, como ese temor al dolor, como esa consecuencia del horror. Pero también es real que no dejan de sonreír.

Todavía ahora están sonriendo. Hace un rato sonreían para evitar la tragedia del hasta luego. Ahora están en ese hasta luego e igual siguen sonriendo.

28.8.18



hace mucho que no quería frenar un reloj y parar el mundo. utilizar esa típica frase de paren el mundo que me quiero bajar. pero no me quería bajar, quería que todo eso sea el mundo. que vos seas el mundo.


hace mucho que no quería quedarme con un fragmento de horas sin que me importe nada más, sin que la vida más acá y más allá tenga importancia. que el fragmento sea el mundo.


hace mucho que no había un mundo en plural.


**


intentar decir sin quedar desprotegido, sin estar entregado, sin poner el alma, el cuerpo y mis manos en todo esto.

intentar decir sin quedar en offside, sin que nadie me diga “pará ,emoción, bajá un poco las revoluciones”.


**


como el colectivo que dobla con esas las luces altas que nos dejan ciegos y ese ruido que nos aturde pero estamos abrazos y nos sentimos seguros.


**


todo el tema del abrazo infinito. todas nuestras vidas que no van a alcanzar para explicar nuestros abrazos. andá a decirle a la gente que conoce tu vos de megáfono y tu vos de cortes de calle que das los abrazos más lindos.


**


se te nota el temor, se te nota el miedo y la desconfianza.


se nos notan todas estas heridas que no dejan de salar aunque las intentemos ocultar. los golpes del mundo cada vez que levantamos la cabeza y las autolesiones que nos damos cada vez que queremos creemos que ya podemos caminar.


hay emociones tristes que todavía nos inundan el cuerpo.


somos lágrimas a punto de estallar. todo el tiempo. en la espalda de un desconocido mientras intentamos respirar en el subte, en la elección chocolate que nos compramos para darnos un gusto, en una fila que no avanza y en la que sólo podemos distraernos pensando si todos están tan tristes como nosotros.


somos estas lágrimas a punto de rebalsarnos, el inminente desborde, la vecina que se atormenta.


somos esta mirada triste con la que nos miramos.


nos estamos mirando.


y en este momento en el que nos miramos, esa tristeza que mira con vergüenza y llena de miedo, empieza a brillar. te brillan los ojos de una forma que no puedo explicar. me gustaría aprender a dibujar, como te dije, para poder dibujar tus ojos mirándome. esa mirada, llena de tristeza, empieza a tener luz, desde ese brillo que emociona, desde ese brillo que no nos deja ir y nos pide que sigamos mirándonos en este momento de vida.


**


hay emociones tristes, hay lágrimas tristes.


pero también están estas lágrimas que aparecen en mi mejilla cuando tus labios juegan con los míos. son similares a esas lágrimas que aparecen en tu mejilla cuando te digo que me voy a quedar acá con vos.


**


cuánto extrañábamos la paz, cuánto la añorábamos, cómo es posible que podamos lograr esta paz cuando toda este vehemencia nos arranca los días.


**

cuando se termine este invierno, vamos a extrañar la primera muralla de ropa que nos separó, que nos abrazó y la que se llenó de nuestro olor. ese olor que cuando nos despedimos puse en mi almohada para quedarme una eternidad más con vos.


**


hace mucho que no podía romantizar nada.


**


romantizar para hablar de esta magia


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romantizar para hablar de magia porque no puedo describir de otra forma tu mirada.


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querer hablar de vos todo el tiempo.

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romantizar para decir que quier estar con vos todo el tiempo. con el terror al calendario y a la rutina y a las costumbres y al desgaste y a todo eso que ya conocemos pero que no nos importa atravesar de nuevo porque sabemos que va a haber un día en el que volvamos a leer esto y vamos a poder exclamar “¡vida, no pudiste con nuestros abrazos!”.


**


necesito decir la catástrofe que me provocó tu mirada,
tus sonrisas de Pueyrredón,
estoy hecho un tonto
espero no asustarnos.

6.6.18

tenemos miedo de estar acompañados.
somos este miedo abrazados en nuestra inseguridad, en le desgano, en el desprecio por nosotros mismos, dejame en mi autodestrucción solo, no vengas, no te acerques.
si una persona nos quiere así de rotos, por qué tendemos al rechazo, a alejarla, a escupirle cada palabra y llenarla de peros. vamos a hacerle la vida imposible, el autoboicot ahora es un mundo de a dos hasta que deje de ser solo mio. ponele que lo hacemos por culpa.

un mundo de dos.
un ratito, porque ese mundo nunca será de a dos. porque no quiero que tu mundo sea como el mío, te merecés algo mejor, no esta degradación de sentidos, la falta de tacto y de ganas.

como el estallido es inminente, todo el tiempo
a quien se anime a acompañarme,
voy a alejar
para que no sea alcanzada por estas esquirlas.

ese terror de que no queremos ser acompañados,
algo de altruismo
algo de egoísmo
algo de empatía.

 ///

el estallido es inminente.

el estallido ya se produjo.

el estallido es todos los días, antes de dormir, antes de despertar
esperando un colectivo, queriendo tener la inteligencia necesaria para inventar una capa invisible.

tenemos terror a dejarnos acompañar.
si no puedo con mi vida, cómo puedo hacerme cargo de vos.


///

entonces, cómo hago para hacerme cargo de lo que te pasa a vos conmigo.

pero yo no quiero que te hagas cargo de nada, es mambo mío.

igual, me lo cargás todo el tiempo. y a mí me da miedo, me da miedo y genera culpa que te pasen cosas conmigo.

pero si sos tan egoísta para pensar eso, pensá que yo también quiero ser egoísta para sentir esto de que me pasen cosas con vos.

pero siento angustia porque estás esperando algo que yo no te puedo dar.

yo no espero nada de vos. bah, sí. espero lo mismo que espero de mí. poder, aguantar, avanzar.

pero no puedo ni con mi vida, cómo voy a poder con esto que nos pasa.

porque yo tampoco puedo con mi vida y quiero creer que voy a poder con esto que nos pasa.

pero es mentira eso.

obvio que lo es. pero en el intento, sonrío.

mentira, en el intento te enojás.

no me enojo, es impotencia.

es lo mismo, te enojás conmigo.

no me enojo con vos, me enojo con los dos.

es una estupidez lo que decís.

lo sé.

¿y entonces?

me enojo porque sé que en algo, un poco, podemos.

¿qué podemos?

salvarnos… no, salvarnos no, eso no existe, ya estamos condenados hace tiempo, pero acompañarnos, hacer más leve esta pena.

sos un pelotudo.

sí, pero más pelotudo soy si no estás conmigo.

no digas eso.

perdón, es que si vos sos egoísta, yo quiero serlo un rato.

no soy egoísta.

sí, lo sos.

¿por qué?

porque me estás alejando.

pero vos mismo decís que te querés ir.

sí, me quiero ir pero me quiero quedar.

ves que sos un pelotudo, no estoy para esto.

yo tampoco, por eso me quiero quedar.

no, si ya dijiste que te querías ir.

sí, pero ya me explicaste que te pasaba.

¿y?

que me quiero quedar, si me dejás, para acompañarte.

yo no necesito a nadie que me acompañe y tampoco puedo acompañar a nadie.

acompañar… es una forma de decir.

¿y qué querés decir entonces?

no sé. acompañar, mirar juntos lo que nos hace doler, combatir los miedos.

no digas pelotudeces.

es que no me queda otra que decir pelotudeces. dejame sentir pelotudeces. quiero creer que podemos construir algo que en realidad sabemos que no vamos a construir.

¿y entonces para qué querés construir algo si sabés que no lo vamos a construir?

porque lo que importa es que estemos juntos intentando construir algo. no sé qué hay después, no sé cuánto puede durar, no sé si vos te caés arriba o se me caigo con vos. pero quiero intentarlo, nos merecemos eso. y como nos merecemos esto, puede pasar que terminemos construyendo algo indestructible.

no nos merecemos nada.

decíselo a tus ojos cuando se miran con los míos. decime si esas miradas no son reales. si esos abrazos no son reales.

pero no puedo con esto. no puedo con nada.

y yo tampoco puedo, no puedo con nada. y entiendo la sofocación, y entiendo el no poder respirar, y entiendo la distancia y entiendo el desaparecer. pero entendé que te extraño y que puedo decírtelo sin que eso signifique que tenés que venir corriendo a mí. obvio, sí, significa eso, porque amaría que pase eso, si no, no lo diría. pero no pasa por ahí, porque no venís corriendo y no me muero desangrado. pasa por el hecho de demostrarte que necesito eso que me das y que no sabés que podés dar.

¿qué te doy?

sonrisa. música. abrazos.

no digas boludeces.

no lo son. es lo más real que me pasó en el último tiempo y no tengo ganas de perderlo porque no nos animamos a poder.

no es que no me animo, no puedo conmigo, no me sale, estoy cansada.

ya lo sé, por eso no quiero sofocarte, por eso me alejo cuando te alejás, hasta que estallan mis ganas de vos y querer volver a tener una sonrisa genuina en el alma. ¿a vos no te pasa lo mismo?

no sé. sí.

¿y entonces?

entonces nada, no puedo. no me sale. no tengo ganas

hagamos una cosa. dejame ir a molestarte un rato, un abrazo, te dejo que me putees. después me voy. no tengo ganas de ir a ningún lado, nunca, pero a vos si quiero ir. porque siento que esto es real, un momento, un tiempo, no sé cuánto, esto es eternidad.

...

perdón, no te presiono más, vos avísame, yo voy a estar acá esperando de alguna forma eso de que me dejes acompañarte. porque, si me dejás acompañarte, vos también me acompañás. y es una forma de hacernos bien.

es una estupidez eso. no te puedo salvar, no me podés salvar.

yo no te quiero salvar, eso va a salir de vos. no quiero que me salves, eso va a salir de mí. pero quiero que estemos acompañándonos mientras nos salvamos. o quiero que estemos acompañándonos mientras decidimos no salvarnos.


///

la inmortalidad que me dan tus besos, despertarme y mirar tu espalda.
cogernos y ser invencibles.

no entiendo la gente que anda perdiendo tiempo en abrazos desgastados, oliendo a putrefacción, cuando el abrazo verdadero, el beso verdadero es ese que te genera mil preguntas, y te hace sonreír. estamos brillando en medio de este abrazo.

///

somos el miedo que le tenemos a dejarnos acompañar.

lo que nos cuesta dejarnos acompañar, creyendo que todo tiene que ser en soledad.

esa soledad que se rompe, esa soledad que se quiebra cuando de la nada, en el medio del frío
una mano agarra la tuya en la calle, e intentan sincronizar los pasos por un ratito, aunque sean distintas piernas, distintas alturas. agarrarse de la mano, sostenerse, acompañarse.

hacer milagros en un abrazo.

para combatir fantasmas,
para combatir esta devastación que nos produce estar con los ojos abiertos.

combatir, codo a codo, espalda con espalda, a kilómetros de distancia.

combatir y saber que hay un abrazo esperándote, para darte energía para otra batalla.


un abrazo sin mensajes oculto en las palabras y que sin vueltas metafóricas nos hace sonreír.

17.4.18

te vi bailando en la cocina y sonreí.
vos no estabas pero te vi bailando en la cocina y sonreí.
no sé por qué, pero apareciste.

mientras esperaba que se calentaran las empanadas
viniste vos,
y te vi bailando.
y eso que nunca habías bailado en mi cocina.

y el día que me cocinaste lo hacías apurada, nerviosa, a ver si no me gustaba lo que estabas haciendo.
me acuerdo que preferiste la birra, mientras yo mezclaba con vino.
quería acercarme de atrás, abrazarte, pero te vi nerviosa, pensando en qué plato inventar.
entonces no me acerqué. temí porque me rebanaras los dedos. además no nos conocíamos todavía. y no quería atosigarte.

pero de repente te ví bailando en mi cocina y no pude dejar de sonreír. creo que hasta me reí, no podía entender por qué tu sombra me había puesto feliz.

tu sombra. eso. ni recuerdo, tu sombra.

pero sonreír.
me tendrías que haber visto sonriendo así. estaba para que le saquen una foto y abajo le escriban "la sonrisa del mes".

me dieron ganas de hacerlo, unos segundos lo pensé.
te quería mostrar la sonrisa que todavía te recuerda.
porque te recuerdo y sonrío.
porque sonreí de una forma hermosa que hacía rato no sonreía.

y fue con tu sombra.

no sabés cómo bailabas, boluda.
y eso que nunca te vi bailar.
pero bailabas y la ternura se me desbordaba del cuerpo.

no podía parar de sonreír.

9.4.18

El ridículo deseo de que esta vida nos alcance. A vos y a mí.
Lejos de morirme de desesperanza, me aferro a ese fino hilo de posibilidad dentro de este océano de imposibilidades.
Somos imposibilidad.
Quiero hablar en plural, quiero nombrarnos en plural.
Pero no existimos en plural.
Y hay un fuerte deseo de que tu imposibilidad se vuelva alcanzable, que caminemos las mismas cuadras una y otra y otra vez para no tener nunca una botella de vino vacía.
Y para la persona que seas posibilidad, el dolor de no ser cómo él.
¿Qué tanta verdad existe en que alguna vez vos y yo nos sentemos a comer los canelones de mi vieja?
Por qué no podemos saltar en el mismo metro cuadrado, mirándonos a los ojos, sonriendo y girando hasta caernos extasiados.
Forzar el destino, forzar el mundo.
Forzar el destino porque el destino es tan perverso que seguro dice que no hay un vos y un yo descalzos en la misma playa.
Y de qué color será la frazada que nos envuelva para ver el amanecer. Seguro, una invisible, estamos tapados, desaparecimos, porque en la imagen no estamos ninguno de los dos, porque no existimos, porque la invisibilidad me acompaña hace tiempo y ni poniéndome anteojos que expongan mi posición voy a quedar realmente visible ante tus ojos.
“Vivo en una B Metropolitana constante”, me decís. “Yo ni siquiera estoy afiliado”, te respondería pero para qué, si en realidad vos jugas la Champions League y yo ni siquiera puedo hacer música con el güiro.
Pero en esta ni llegaron a afiliarme, por falta de público, por falta de vida, porque nunca voy a dejar de ser tan amateur para vos. Y el día que llegue hasta vos, voy a poner todo el equipo atrás. Aunque mi menottismo me lo prohíba. Hablamos de jogo bonito pero cuando te vea no voy a poder ni tocar cinco palabras seguidas por el miedo que me das.
Hay pocos universos que dan miedo. Te pienso y tengo que prender la luz, cerrar los ojos, llevarme las manos a la cara. Y como siento que seguís ahí adelante, abro los ojos despacio, al mismo tiempo que abro los dedos y te espío entre el espacio que dejan los dedos entreabiertos. Te miro y no puedo entender qué hacés ahí. Andate, quiero gritarte, quedate, quiero sonreírte, quedate un poquito más, hasta que se derrita el reloj, hasta que me caiga de la cama y me de cuenta que todo es un sueño.
Sos imposibilidad.
No hay nada más concreto y real.
Entonces remo, hasta que me doy cuenta que no llego a ningún lado, porque ya lo dijo Galeano y la utopía tiene forma de tus piernas.
Desaparezco, me voy, me hundo en la almohada porque si en unas horas despertamos va a ser todo para mejor. Pero en realidad me acuesto para soñar. Para que en mi cabeza aparezca tu piercing haciendo juego con nuestras sonrisas, el chino de nuestras miradas acercándose lentamente, jugando a no besarnos y no parar de sonreír. En mi sueño me estás cantando, suena una de Drexler y te pido que nos vayamos a vivir a Uruguay, a escaparnos un rato, que en el Buquebús no vamos a marearnos pero sí a cagarnos de frío, pero que no nos preocupemos porque vamos a encontrar un abrazo que nos de calor.
Y a vos no te gusta eso del abrazo, pero me acerco al frío para poder acercarme a vos.
Y me despierto. Y no suena tu canción.
Y todo lo que es imposible en este mundo, en cuál será realidad. Necesito vivir en ese mundo una vez, un día, dos meses, una existencia.
Como necesito vivir en el plural.
Como necesito vivir en el vos y yo.
Como que mires la agenda, como que mires en qué día, pronto, antes que se extinga esta llama de querer vencer la imposiblidad, como que mires la agenda y espontáneamente me digas, hoy, a tal hora. Y me pruebe mil ropas para ver con cuál me veo menos impresentable. Y llegue tarde porque recorrí kisokos y kioskos porque en ninguno cargan sube, porque seguramente pase eso, cuando nos veamos, la sube va a estar en negativo. 

4.3.18

despedir a los glaciares




"Y cuando el momento llegue, honremos nuestras heridas
celebremos la belleza que se aleja hacia otras vidas
y aunque la pena nos hiera, que no nos desampare
y que encontremos la manera de despedir a los glaciares".


Cómo no querer ser un peso, no molestar. La culpa hasta en el momento en el que menos la necesitás.

*

Desamor que amenaza con permanecer. Desamor que amenaza con impregnarse en el alma y ese vacío de miradas tristes que me persiguen hasta con los anteojos puestos. Estar oscuro, la sábana no deja ver la luz, estar a oscuras, desenamorado de todo. Intentar, sin saber cómo hacerlo ya, de todas las formas posibles. Intentar, llamar, gritar. Intentar hasta cansarse de intentar. Cansarse e intentar. Intentar por estar cansado de cansarse. Hasta que en algún momento, cuando ya ni quedan rastros de luz, llega una caricia que te salva, una caricia en forma de gesto. Y ese desamor se empieza a ir, se disuelve a pesar de las creencias que van permutando en el cuerpo a lo largo de los años, desamor que se vuelve a llenar de este amor, de palabras, gestos, abrazos invencibles, sentirse acompañado, y agradecer. Agradecer porque están, siempre están, de la forma que pueden, están. Y eso se agradece hoy, hace una semana y siempre.

*

Hay un montón de detalles y un solo gesto para explicar 30 años juntos. Un gesto que se desborda de mi cuerpo, de mis brazos que sostienen sus últimos suspiros. E intentar explicar que no hay un juego de palabras, ni nada imaginario, ni abstracciones, ni metáforas, ni intentos de literatura. Decir, gritar, en silencio, decir esto que se escapa de mi cuerpo, de aguantar, de aguantar hasta no aguantar, de aguantar con un hilo de luz, de vida, de resistir como todos estos años. De resistir y esperar, en silencio, sin poder hablar. Sin que lo entiendan. Sin aire. Quién sabe con qué fuerza, esa fuerza que siempre quise que me contagiara. Y ese gesto de esperar al abrazo, al sostenerlo, al pararlo. Ese gesto habla de él. Hasta en el último suspiro sus gestos hablan de él. Y mi cuerpo se desborda, mis brazos no resisten, me enojo, la impotencia se traduce en bronca, en enojo, y dónde está toda esa paz de la que tanto hablan. Y mis ojos no se desbordan, lo miran, mientras se escucha un grito.Y lo sigo mirando, y no sé muy bien cómo se reacciona en estos momentos. Le quiero dar mil besos, mil caricias, le quiero devolver todos los gestos que me dio todo este tiempo y que se coronan en este último gesto. No sé cómo mierda se puede honrar tanta lucha, no sé cómo mierda puedo llegar a ser una porcioncita de lo que fue. No sé si alguna vez tendré la valentía con la que caminó, con la que resistió tanto tiempo.

*

“Y es eso de no caer, de no sé si caí, si todo esto que está atorándose podrá salir, si podré salir sin culpa, si podré decir y aceptar, y llorar sin sentir que estoy siendo una carga para alguien que no sabe qué escucha y no sabe qué decir”. Y tampoco sé qué decirme, no lo sé.

Y ahora entiendo su silencio, tantos silencios, tanto bruxismo de alma, tanto morderse la lengua, agachar la cabeza, caminar y empujar.

*

Eso de agradecer.

*

Si no te sale nada, si no te salen las palabras, si no te sale descargarte, si estás atorado, si estás desalmado, si estás haciendo cuentas perdido en facturas, si estás entendiendo que nada es tan oscuro como lo imaginaste, si estás cuando creías que no ibas a estar, si estás, si hay una voz que te carcome el cuerpo, que te desgarra el pecho, que te estruje las vísceras, si hay una voz que está silenciada, si estás con una inminente amenaza de desborde, no te preocupes. No te preocupes si ahora no podés decir, hablar, gritar, escribir. No te preocupes. Todo lo que queda de vida vas a escribir sobre ese gesto, y vas a entender el romanticismo heróico que te va a acompañar el resto de los días.

*

Y él se bancó todas hasta el último segundo. Esperó, sin ver el reloj, esperó. Y esperó que me despertara.Y esperó que lo levantara. Esperó que lo sostuviera en mis brazos como él hizo tantos años. Esperó ese momento para dar sus últimos suspiros.

*

“¿Esa es su alma, la que sale de su boca, en esos suspiros, la que llega a mi cara, la que me abraza, la que se despide diciendo que va a estar siempre cerca mío?"

*

“¿Y esa es su alma, la que sale de su boca, en esos suspiros, que me dice que no llore, que todo va a estar bien, que me acaricia, que sale de su boca y me acaricia, que sale de su boca en suspiros, que sale de su boca y me abraza y me ama y me dice que todo va a estar bien mientras lo siga abrazando como estoy haciendo ahora mismo en el momento en el que su alma ya dejó su cuerpo?”

*

Me respira en la cara, se despide en mi cara, muere en mi cara.

*

Y lo sostengo hasta que me duele el cuerpo, hasta que se me escapa de las manos, hasta que no me dan más los brazos ni las piernas. Y lo abrazo hasta apoyarlo en la cama, esperando a verlo sonreír, contarle un chiste, hablarle de Huracán, hablar de las perras, y acostarme a su lado para ver una película, y sentir por un ratito largo que es eterno, que es esta eternidad.

*

Y, sí.

*

Por un ratito.
Por estas palabras.
Por estos suspiros.
Por quiénes lo rodeamos.
Por lo que amó.

*

Sí.

*

Es eterno.